22 de diciembre de 2008

Primer Egreso de la Comunidad Terapéutica Identidad Sur




(Texto de Roberto Hofer. La Prensa Austral)
La vida está llena de oportunidades y sólo depende de cada uno el llegar a aprovecharlas. Juan Andrés Vera, de 18 años, estuvo a punto de perderlo todo. Una buena decisión bastó para salvarle la vida. Y también el amor de su familia y de quienes le tendieron una mano. El 7 de noviembre de 2007, el joven llegó hasta la Comunidad Terapéutica Identidad Sur, en el Km. 65 Sur, ubicada al amparo de un tupido bosque de lenga, en el sector del río San Juan. Hermy Pinto, madre del hoy egresado, siente que le debe la vida a muchas personas, entre ellas el sacerdote Jorge Teneb, quien la aconsejó en esta decisión. Y al psiquiatra Juan Vukusic, por ordenar su hospitalización judicial y derivarlo a su colega Jorge Amarales, jefe técnico del centro. Este le sugirió seguir tratamiento en San Juan y su apoyo ayudó a que su hijo llegara a término y sin recaídas dentro del tratamiento. Esto incluso marca una diferencia entre la vida y la muerte, al recordar el caso de un joven fallecido en septiembre pasado. “Como familia nos tocó vivir un mundo de incertidumbre, tinieblas, tormentas y tempestades, era como estar en un túnel oscuro y sin salida”, expuso. Después de un año, llegarían la calma y la luz, a través de “un milagro”. Juan Andrés pasó por episodios de agresividad y rebeldía por su adicción. Este llegó a levantarle la mano a su madre. “Ahora tengo un hijo maravilloso, tierno, comprensivo, responsable y obediente, lo veo y no lo creo. La rehabilitación existe”, agregó.

PRIMER EGRESO
Yanet Cárcamo, directora de la comunidad terapéutica, indicó que este proyecto partió en mayo de 2007, empezando a recibir a los adolescentes (de 14 a 18 años) derivados del Tribunal de Familia, en régimen residencial y voluntario. Pese a tener una cobertura para 10 jóvenes, hoy albergan a 12 (incluyendo un caso derivado de Coihaique) y con una lista de espera. Si abrieran espacio también a las mujeres ya habría unos 20 usuarios en tratamiento. Pese a recibir aportes del Ministerio de Salud, Sename y Conace, señaló que el Estado aún no ha podido darles todos los recursos que realmente se necesitan para dar el apoyo requerido a los jóvenes que sufren este gran flagelo. Con voluntad y recursos, éste “es abordable y atendible”. Un primer egresado exitoso implica tener un joven que cumplió con todas las etapas que exige el proceso de tratamiento, con un proyecto de vida fuera de la residencia, inclusive trabajo. Claro que la recuperación de adolescentes con consumo problemático de alcohol y sustancias es un proceso difícil, que requiere de gran intensidad en la intervención y un trabajo día a día con ellos. Muchas veces incluso se debe luchar contra el entorno social. Dentro de 60 días esperan poder tener un segundo egreso exitoso, fruto de un trabajo constante y estructurado en equipo (psiquiatras, asistentes sociales, monitores y técnicos de rehabilitación en drogas), y en el cual concurren la voluntad del adolescente y la familia para salir del problema. Al no ser un claustro, a medida que sortean etapas pueden optar a salidas a sus hogares, colegios y trabajos, siempre que vayan haciendo méritos. Cuando no está en condiciones de salir, se les lleva a la familia.

FORTALECIDO
Con un pronóstico bastante negativo, Juan Andrés llegó a la comunidad. Al principio no quería aceptar el tratamiento, pero en el camino fue tomando conciencia. Pese a no querer ser fotografiado, hoy se ve fortalecido, habilitado para enfrentar la vida. El empezó a los 13 años con el alcohol y luego vinieron los solventes y la marihuana, para terminar con una poliadicción y consumo abusivo. Distintas cosas gatillaron su problema. El no culpa a nadie más que a sí mismo por lo sucedido. Los recuerdos son lo más penoso que arrastra (era muy agresivo). Incluso cayó en el hospital con hemorragias a causa de ingerir fármacos con alcohol. Tuvo un lapso en que se comenzó a hinchar y subió 25 kilos. Sintió marginación en el colegio e incluso hasta hoy el pasado le pesa, pues hay quienes lo juzgan por eso y creen que él siempre será un drogadicto, aun cuando haya sido capaz de finalizar su 4º medio estando internado.

DESPEDIDA
Una cálida y emotiva ceremonia selló este histórico momento, que incluyó la proyección de un video de la comunidad. En ella, Yanet Cárcamo resaltó este primer egreso como un hito para la comunidad de Magallanes, ya que “es posible recuperar a jóvenes que han tenido este problema”. Enfatizó el apoyo fundamental de las familias, además del de varios otros actores en este trabajo. Jürgen Hener, técnico en rehabilitación de drogas y coordinador de la comunidad, recordó cuando hace casi 13 meses Juan Andrés llegó a San Juan, hecho que también coincidió con su arribo desde Iquique, donde él trabajo con jóvenes adictos a las drogas. Repasó aquellos momentos en que el joven intentó regresar a su casa (ninguno está obligado a permanecer), pero al final por algún motivo no se iba. Con el tiempo, llegaría a transformarse en un gran apoyo para sus pares y en un líder dentro de la comunidad. Incluso aquí logró finalizar sus estudios por iniciativa propia. Más tarde, sus compañeros corearían, a modo de compromiso, la filosofía de la comunidad ante el egresado. Este momento fue tan significativo como las canciones que entonó su monitor Arturo Risco, una de ellas dedicada al joven. O las sentidas palabras de César Montiel, director regional del Sename, quien señaló que “cuando se pierde la vida de un niño se pierde una generación”, mientras que cuando se salva una vida se preserva una historia completa. Al término del acto, Juan Andrés recibió una tablilla con su nombre y data de permanencia en San Juan, que colgó simbólicamente en un árbol como el primero que deja la comunidad. En todo caso, las puertas quedaron abiertas para él y su familia, y seguirá en acompañamiento.

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